miércoles, julio 23, 2008

 

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE !!!


Muchas veces me han dicho que el PSOE y el PP son lo mismo.
Nunca lo he creido y sigo sin creerlo y estoy muy orgullosa de haber votado al PSOE en 2004 y el 9 de marzo de 2008.
Pero hoy, después de ver que el PSOE y el PP coinciden en "la lucha " antiterrorista yo no podría volver a votar al PSOE si hubiera hoy elecciones.
Como pacifista radical que soy , cuando el PSOE vuelva a apostar por soluciones pácificas para resolver un conflicto que tanto sufrimiento ha causado , mi voto volverá a tenerlo.
CUANDO AL PSOE NO LE AVERGÜENCE DECIR BIEN ALTO QUE APUESTA POR LA PAZ , MI VOTO LO VOLVERÀ A TENER.
CUANDO SE HABLE DE PROCESOS DE PAZ Y NO DE LUCHA, AHÍ ESTARÁ MI VOTO.
ME MARCHO HASTA OCTUBRE.
QUEDA MUCHO POR HACER Y MI LUCHA ABSOLUTAMENTE PACÍFICA POR LA CONVIVENCIA EN PAZ EN TODO EL PLANETA Y POR UNA DISTRIBUCIÓN JUSTA DE LA RIQUEZA CONTINUARÁ TODOS LOS DÍAS , AL IGUAL QUE LA DE MILLONES DE CIUDADAN@S EN TODO EL PLANETA.
NO NOS CANSAMOS

RESPONDEREMOS A LA MUERTE CON LA VIDA
A LAS PESADILLAS CON LOS SUEÑOS
LUCHAREMOS PACIFICAMENTE
IMAGINAREMOS
CREAREMOS
Y RESISTIREMOS !!!

Cuando un sueño se te muera o entre en coma una ilusión,
no lo entierres ni lo llores, resucítalo.
Y jamás des por perdida la partida,cree en ti,
y aunque duelan, las heridas curarán.
Hoy el día ha venido a buscarte y la vida huele a besos de jazmín,
la mañana esta recién bañada,
el Sol la ha traído a invitarte a vivir.
Y verás que tú puedes volar, y que todo lo consigues.
Y verás que no existe el dolor, hoy te toca ser feliz.
Si las lágrimas te nublan la vista y el corazón,
haz un trasvase de agua al miedo, escúpelo.
Y si crees que en el olvido se anestesia un mal de amor,
no hay peor remedio que la soledad.
Deja entrar en tu alma una brisa que avente las dudas y alivie tu mal.
Que la pena se muera de risa, cuando un sueño muere es porque se ha hecho real.
Y verás que tú puedes volar, y que todo lo consigues.
Y verás que no existe el dolor, hoy te toca ser feliz.
Las estrellas en el cielo son solo migas de pan
que nos dejan nuestros sueños para encontrar el camino,
y no perdernos hacia la Tierra de Oz, donde habita la ilusión.
Y verás que tú puedes volar, y que todo lo consigues.
Y verás que no existe el dolor, hoy te toca ser feliz.
Y verás que tú puedes volar, y que tu cuerpo es el viento,
porque hoy tú vas a sonreír,
hoy te toca ser feliz.
Mago de Oz.




No olvidar

LA DICTADURA FRANQUISTA COLABORÓ CON EL NAZISMO
Payne confirma en su libro que:” El régimen de Franco colaboró mucho más con la Alemania de Hitler que cualquier otro gobierno europeo que no participara en la guerra" ,
"La insurrección de Franco habría fracasado sin la ayuda de Hitler"


LA COLABORACIÓN DE LA DICTADURA FRANQUISTA CON EL NAZISMO ES INNEGABLE, NUMEROSOS DOCUMENTOS LO CONFIRMAN. EN ESPAÑA ENCONTRARON COBERTURA NAZIS CON ORDENES INTERNACIONALES DE BUSQUEDA Y CAPTURA Y EL REGIMEN FRANQUISTA LOS PROTEGIÓ. EN LA MARINA ALTA, EN MADRID , EN MARBELLA, HAN VIVIDO PROTEGIDOS DURANTE LA DICTADURA FRANQUISTA Y DURANTE LA TRANSICIÓN ASESINOS NAZIS. A LOS QUE "FAMILIAS DE BIEN" CATÓLICAS, APOSTÓLICAS Y ROMANAS HOMENAJEABAN EN SUS CASAS Y ACUDÍAN A FIESTAS JUNTO CON JERARQUIAS ECLESIASTÍCAS COMO PUEDE PRESENTARSE EL PP QUE ES EL HEREDERO DEL FRANQUISMO A LAS ELECCIONES , COMO PUEDE EXISTIR TODAVÍA ESE PARTIDO ?
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EL CONDE DE ARGILLO, CONSUEGRO DE FRANCO, FUE TESTAFERRO DE LOS NAZIS
El conde de Argillo fue testaferro de los nazis para ocultar la verdadera propiedad de ciertas empresas alemanas instaladas en España. La información aparece en el libro, muy documentado, de Carlos Collado Seidel, España, refugio nazi, que acaba de aparecer. Collado ha dedicado su trabajo investigador a la Alemania de Hitler y la España de Franco. Nació en Munich en 1966, estudió en las universidades de Munich y Complutense de Madrid, ha sido profesor de la UNED y actualmente ejerce en la Universidad de Marburg.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes se centraron en actividades industriales aplicables a la actividad bélica. Crearon para ello el holding Sofindus, del que luego hablaré. Dentro de este entramado tuvieron especial relevancia las empresas mineras como Fluoruros, S.A., e Importaciones de Minerales, S.A., fundadas en 1942. Hacia de testaferro y presidente del Consejo de Administración el conde de Argillo, el consuegro de Franco, quien al mismo tiempo figuraba en las juntas directivas de Aralar, Montañas del Sur y Sierra de Gredos. Otra empresa de características semejantes era Somar, fundada igualmente en 1942 por tres testaferros, con capital aportado por el consorcio Sofindus para la explotación de yacimientos de wolframio. También en este caso Argillo estaba en la directiva.
La ‘cuenta Enrique’. Un caso especialmente curioso narrado por Collado fue la llamada cuenta Enrique. Según las informaciones de los aliados, se trataba de una cuenta bancaria destinada a mantener encubiertos los fondos procedentes de Sofindus. Esta reserva de dinero secreta había sido creada por Johannes Bernhardt, el director del consorcio, y la administraban Enrique de la Mata y José María Martínez Ortega, conde de Argillo. Ambos eran hombres de negocios que durante la guerra habían colaborado con los alemanes en diversas actividades industriales y comerciales. Terminada la guerra, los aliados trataron de hacerse con el control de estas empresas, lo que fue aceptado oficialmente por el gobierno español que, sin embargo, en la práctica estableció numerosas dificultades. Al ser interrogados Argillo y De la Mata sobre los fondos de la mencionada cuenta, manifestaron ante el Ministerio de Asuntos Exteriores que dirigía Alberto Martín Artajo ser los propietarios del dinero, que lo habían recibido poco antes de terminar el conflicto bélico y que se destinaba a mantener en funcionamiento empresas que les habían sido encomendadas, salvo una parte que servía como gratificación final. Un funcionario del ministerio confirmó que siempre había sido costumbre de los alemanes abonar una última gratificación a los españoles que colaboraban con Sofindus, con el fin de compensar posibles perjuicios después de finalizada la guerra.
Los aliados, sin embargo, opinaban que los administradores, ya antes de la entrega de las empresas –en este caso Floruros y Somar–, y dado el penoso estado de los activos, ya se habían resarcido por su cuenta largamente, y se ratificaron en su versión de que el dinero no se debía a una gratificación ni a una indemnización, sino que era lisa y llanamente un depósito secreto. Los aliados no lograron salirse con la suya y a finales de abril de 1951 volvieron a la carga exigiendo la entrega del dinero.La cuenta Enrique no fue el único deposito de dinero camuflado y los aliados continuaron rastreando cualquier pista que se les ofreciera.
El consorcio . Sofindus (Sociedad Financiera e Industrial) había sido fundada el año 1938 de acuerdo con los planes estratégico-económicos de los alemanes en España, país que desempeñaba la función de abastecedor de materias primas para la economía de guerra germana. Sofindus estaba estructurado en tres grupos: el primero dedicado al comercio de productos agropecuarios (Productos Agrícolas, Compañía General de Lanas, Compañía Exportadora de Pieles, Compañía de Productos Resinosos, Corchos de Andalucía, Scholtz Hermanos, y Agro S.A. de Explotaciones Agrarias Experimentales); el segundo estaba dedicado a los transportes y a los servicios (Transportes Marión y Nova), y el tercero, que era el mayor, se ocupaba de la extracción y el comercio de materias primas de explotación minera (Minerales de España, Montaña S.A. de Estudios y Fomento Minero, Montes de Galicia Compañía Exportadora de Minas, S.A. de Estudios y Explotaciones Santa Tecla, Compañía de Explotaciones Mineras Aralar, Compañía Minera Mauritania, Minas de Irún y Lesaca, S.A., Minera Nertóbriga, Compañía Minera Montañas del Sur, y Compañía de Minas Sierra de Gredos). En total, 20 empresas.
Hay que añadir otras entidades no incluidas en el consorcio, pero igualmente controladas por el Gobierno de Hitler, como Altos Hornos de Vizcaya, las sociedades mineras Montaña y Minerales de España, las químicas Behring AG, Bayer, Merk, etc. Según datos publicados por el Finantial Times en abril de 1944, el capital alemán controlaba mas de 900 de las 4.800 empresas –se supone que medianas o grandes– registradas en España.
Las empresas dedicadas a la extracción de wolframio, integradas en Sofindus ocuparon a partir de 1943 el interés central en la economía de guerra alemana en España y llegaron a arrojar beneficios, aunque estas empresas de suministros militares no estaban orientadas a la rentabilidad.
El ‘caso Bernhardt’. A finales de junio de 1945, los aliados exigieron la entrega de Sofindus y nombraron a un nuevo gerente. En julio, los locales fueron clausurados por orden del ministerio español de Asuntos Exteriores y entregados a los aliados. Hasta entonces Johannes Bernhardt era el director y propietario nominal del 60 por ciento del capital social. Fue uno de los alemanes mas influyentes en España y Franco en persona intervino para evitar su repatriación, pues haba prestado una ayuda importante para el apoyo de Hitler a la sublevación franquista.
Bernhardt fue miembro de la misión que durante la reunión de Bayreuth, en julio de 1936, logró la decisiva ayuda militar de Hitler. Franco le protegió desde agosto de 1944, dando a conocer que estaba preocupado por la suerte que pudiera correr. Hizo saber al ministro de Exteriores, Martín Artajo, que se extremaran las precauciones para que nadie pusiera en duda “la dignidad de su persona”. Franco le concedió la nacionalidad española en 1946 para impedir su extradición.
Consuegro del Caudillo. José Martínez Ortega, conde de Argillo, casado con María de la O Bordiú Bascarán, fue, como se sabe, el consuegro de Franco al casarse su hijo Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde, con Carmen Franco Polo. Al parecer el marquesado fue un título cedido a Cristóbal, que no era el primogénito. “Me parece –cuenta Pilar Franco– que los tres hermanos tienen título. Yo creo que a Cristóbal le cedió el título de marqués de Villaverde el mayor de sus hermanos. Creo que fue así. Todo esto son cosas que se dicen. Pero no creo que la descendencia tenga derecho a este título, a no ser que haya otro cambalache, claro. Eso se lo oí comentar a ellos. Que al faltar Cristóbal, el título pasa al mayor de los Martínez Bordiú”. Cristóbal, el yernísimo, estuvo muy metido en el mundo empresarial, compatibilizándolo con su actividad como médico altamente pluriempleado. Pilar Franco cuenta en el libro citado: “Ni los Argillo ni los Villaverde influyeron políticamente. Rotundamente, no. Ni el Caudillo lo hubiera consentido, ni creo que a ellos les interesara la política. Los intereses de estos señores iban por otros derroteros muy distintos (...). Cosa muy distinta son las finanzas de los Villaverde. Sobre este asunto se ha hablado tanto, que sería cuestión de empezar y no acabar. El marqués de Villaverde fue nombrado consejero de Obras Electrosoldadas S.A.; su hermano Andrés, conde de Morata de Jalón, fue presidente de una compañía minera; José María, barón de Gotor, está relacionado con el Banco de Madrid, del que fue presidente el conde de Argillo, padre de todos ellos.” Y más adelante comenta: “Las brujas...he dicho antes que no creo en ellas, pero que haylas. Los Argillo. ¿Qué hacían revoloteando en torno a la minoría de El Pardo? ¿Quién fue la persona que recomendó a Felipe Polo para secretario particular del Caudillo?. Yo no lo sé ni podría decirlo. Pero a mí me da la impresión de que a mi hermano Paco no se le ocurrió la idea. ¿Cuestión de brujería? Lo cierto es que los hijos de Argillo –y que conste que excluyo al marqués de Villaverde, que me es muy simpático– se situaron económicamente pero que muy bien”.
El teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo, secretario y primo del Caudillo a quien llamaban Pacón, da cuenta de un almuerzo del Caudillo con el conde de Argillo en El Pardo el 11 de enero de 1955: “En toda esta conversación –escribe en su libro Mis conversaciones privadas con Franco– el conde de Argillo censuró a Don Juan y dijo que cuando este creyó que iba a caer el régimen de Franco se apresuró a repudiarlo y a declararse independiente, firmando el célebre manifiesto”. “Yo siempre había creído –comenta Pacón con sorna– que uno de los que firmaron el célebre manifiesto era el conde de Argillo, y por eso me extrañó oírle hacer esta manifestación. Argillo continuó diciendo que toda España estaba con el Caudillo, que todo el mundo había visto bien cómo encauza la sucesión pero que lo que hace falta es que viva muchos años, que era el único, que la Patria se lo debía todo, y un sinfín de elogios que, aunque sean ciertos, no debía decirlos al interesado”.
Los refugiados. Desde 1944 –la Segunda Guerra Mundial concluyó en mayo de 1945– empiezan a llegar a España refugiados nazis. Aquí llegaron espías, miembros de la Gestapo, jefes del Partido Nazi, militares y altos funcionarios que temían las depuraciones ordenadas por los ejércitos ocupantes de Alemania. Los aliados presionaron para conseguir la extradición de todos ellos con éxito relativo. El gobierno de Franco, que se encontraba en una situación muy vulnerable, actuó con habilidad, aceptando la repatriación pero ralentizando su ejecución y salvando por distintos procedimientos a aquellos personajes con los que se sentía obligado.
Los casos más sonados fueron el de Pierre Laval, jefe del gobierno colaboracionista de Vichy, y el de Leon Degrelle, jefe del Rex, el movimiento nazi belga. El comportamiento del gobierno español fue diferente en ambos casos. Era el 2 de mayo de 1945 cuando Pierre Laval, acompañado por un pequeño grupo de personas entre los que se hallaban los ministros del gobierno de Vichy Maurice Gabolde y Abel Bonnard, descendía de un Junker luego de haber aterrizado en el aeropuerto barcelonés de El Prat. El ministro de Exteriores, Lequerica, quien hasta el verano de 1944 había sido embajador de España en Vichy,se muestra dispuesto a colaborar con los aliados pero no desea entregar a Laval directamente a los franceses. El Gobierno estaba, sin embargo, interesado en mejorar sus relaciones con Francia, sobre todo cuando estaban a punto de comenzar negociaciones sobre la futura situación de Tánger, que había sido ocupada por tropas españolas a mediados de 1940. Después de muchos forcejeos, Londres, Washington y París se pusieron de acuerdo: devolver a Laval en el mismo aparato en que había llegado al lugar de donde procedía, la ciudad austríaca de Liz, zona de ocupación norteamericana. Allí llegó Laval el 31 de julio de 1945, desde donde fue trasladado a París, procesado y condenado a muerte. La ejecución tuvo lugar el 16 de octubre.
El 7 de mayo de 1945 hacía un aterrizaje de emergencia en la playa de La Concha de San Sebastián un aparato en el que viajaba Leon Degrelle, fundador del movimiento de la extrema derecha belga Rex y jefe de la Legión Valona destacada en el frente del Este. Sin embargo, el procedimiento de retorno al punto de partida por el mismo camino y en el mismo aparato se hizo imposible pues el avión había quedado inutilizable en el aterrizaje. El 25 de agosto la policía hizo publico un comunicado según el cual Degrelle había sido invitado a abandonar en el término de siete días el territorio nacional. Mas, dado que el decreto de expulsión había sido cursado al interesado cuatro días antes de la nota hecha pública por la policía, todos los interesados entendieron que Degrelle para esas fechas ya había puesto pies en polvorosa. De declaraciones hechas posteriormente por el mismo Degrelle se podía deducir que su expulsión había sido una estratagema y que se encontraba escondido en España con el consentimiento de las autoridades.
Los dos austríacos más buscados, el conde de Seefried y Hans Lazar, el temible jefe de la propaganda nazi en España, no habían sido localizados cuando zarpó el barco que debería llevar a los refugiados desde Barcelona. El primero lo había excluido el ministro de Exteriores, a la sazón Alberto Martín Artajo, a instancias del príncipe Fernando María de Baviera, quien tenía estrechos lazos familiares con la Casa Real española. El segundo eludió la extradición por medio de certificados médicos. Uno de los alemanes más temibles a los ojos de los aliados era Hans Hoffman, quien durante la Guerra Civil había estado destinado en la Legión Cóndor. Hofmman era un personaje sin escrúpulos y altamente peligroso y figuraba como agente de la operación Ogro empeñado en mantener vivos los ideales del Partido Nazi en la posguerra. Gracias a sus excelentes contactos nunca fue repatriado.
El programa de repatriación había llegado a su fin en otoño de 1946. Después de tres expediciones por mar y seis por vía aérea, el balance hecho a mediados de noviembre daba el siguiente resultado: de las 255 personas especialmente buscadas en las listas de máxima prioridad, sólo 105 habían abandonado el país; 70 habían sido excluidas de la repatriación por causa de las recomendaciones y el resto se hallaba en paradero desconocido.

http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/Pensamiento/
pens2005/642%20pens.htm
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Los espías nazis que salvó Franco
CENTENARES DE AGENTES DE LA GESTAPO, LA ABWEHR Y LA SD TRABAJARON POR TODA ESPAÑA
"Por una mezcla de dictadura brutal y descarada corrupción logró que los diarios españoles fueran más venenosos que los alemanes", escribió de él Samuel Hoare, embajador inglés"
El singular aspecto de Josef Hans Lazar fascinaba a los que le conocían y desataba toda clase de leyendas y fabulaciones sobre su origen. Peinado hacia atrás, con el pelo engominado, sus ojos eran negro azabache, y la piel, oscura. Cuidaba su pequeño bigote con esmero y miraba a sus interlocutores a través de un monóculo, lo que le daba un aspecto tan interesante como inquietante. Iba siempre embutido en trajes oscuros, muy ceñidos; corbatas o pañuelo a juego, y brillantes zapatos negros. El jefe de prensa y propaganda de la Embajada alemana estaba en todos los lados, y la alta aristocracia madrileña, especialmente las señoras, le sentaba con orgullo a su mesa para escuchar sus historias y observar sus ademanes cosmopolitas y refinados. Acudía a todas las fiestas y se dejaba ver por los locales más exclusivos, y en especial por el reservado del restaurante Horcher, un nido de espías nazis cerca del parque del Retiro. Era un tipo con mucha personalidad, con poder y dinero: una combinación explosiva en aquellos años de pobreza y restricciones donde las apariencias abrían todas las puertas, incluso las de las familias más altivas. Estaba considerado como el hombre mejor informado de Madrid, y sus tentáculos alcanzaban los rincones más lejanos e insospechados. Era un excelente relaciones públicas al que odiaban los representantes de los Aliados destacados en las Embajadas inglesa y americana. Lazar, que había nacido en Costantinopla, era hijo de un austriaco traductor de turco; estaba casado con Elena Petrino Borkowska, una baronesa natural de Siebenbürgen, una región de Rumania, y había emigrado de su país a Bucarest, Budapest y Viena, donde fue un firme propagandista del Anschluss (anexión a Alemania, en 1938). Las secuelas de las heridas de guerra que sufrió durante la I Guerra Mundial le convirtieron en un adicto a la morfina y la cocaína, que tomaba en ocasiones para combatir el dolor, según un testigo que le conoció y trató. Pese a su condición de judío, Lazar se había convertido en una de las personas más influyentes de la representación alemana en España. Nada ni nadie escapaba a los tentáculos de este agregado de prensa que en Bucarest había sido representante de la agencia oficial alemana DNB. Ramón Garriga, responsable de información del servicio nacional de prensa, quedó fascinado por su personalidad y le definió así: "Era un ser especial como no se veía otro en toda la España franquista... Elegantemente vestido, hacía alarde de una cortesía exagerada que recordaba a las figuras de las operetas vienesas de Strauss o Lehar... Quienes tratamos a Lazar llegamos a la conclusión de que nos encontrábamos en presencia de un hombre realmente importante... Sus pretensiones no tenían límites". Durante la Guerra Civil, Lazar había trabajado como corresponsal de la emisora Transocean, una de las primeras empresas de propaganda nazi montada por el doctor Oestreich, y se había convertido en un experto de la publicidad en favor de la causa nacionalsocialista. Desde su puesto de jefe de prensa y propaganda de la Embajada consiguió controlar decenas de hojas parroquiales, con tirada de hasta 170.000 ejemplares, que él financiaba, y en las que se defendía la causa alemana. Un hábil sistema para llegar a miles de personas por una vía en apariencia inofensiva. Un truco para el que contó con la colaboración de Johannes Bernhardt, el rey del volframio, y su conglomerado de empresas. El ex espía Reinhard Spitzy le recuerda así: "Lazar era un vivo. Hitler no se fiaba de él y quiso destituirle, pero no pudo. Estaba instalado en España como una araña en su red. Llegó a controlar 200 hojas parroquiales por todo el país. '¿Quiere usted tener un periódico propio?', les decía a los curas. 'Yo se lo pago con publicidad de empresas alemanas, como Siemens, Mercedes o Merk. Esas compañías pagan muy bien". Pero en realidad no pagaban las empresas alemanas, sino los fondos de reptiles que manejaban Lazar y Bernhardt, que se nutrían de aportaciones de la Embajada alemana. El periodista alemán había puesto en marcha en 1942 una estrategia propagandística tan ambiciosa que la bautizó como "El Gran Plan", para la que contaba con colaboradores en las oficinas de Correos y con una cohorte de falangistas y tradicionalistas repartidos por 28 ciudades, que repartían sus panfletos y extendían el mensaje de Hitler mediante el boca a boca. Así dirigió a la opinión pública española a favor de los alemanes. Manejaba a los periodistas españoles a golpe de talón y por la vía del estómago. Daba comidas fabulosas. Su mujer, la baronesa de Petrino, era una gran cocinera. A una cena en casa de Lazar acudía todo el mundo. Nadie se resistía a un ofrecimiento semejante. La información de primera mano y los platos más exquisitos estaban garantizados. Desde Alemania y Francia, al agregado de prensa le llegaban hígado de pato, gansos, palomas torcaces, champaña francesa. Las sobremesas duraban hasta la madrugada, y con sus viandas ganaba los favores de sus comensales, entre ellos algunos reputados periodistas españoles de Abc e Informaciones, a los que accedió a través de su amistad con José María Alfaro, subsecretario de prensa y propaganda. Todo el mundo hablaba de las cenas en la casa de este judío, coqueto y fiel servidor de la causa nazi, que nunca hablaba de sus orígenes turcos. ¿Lo consideraba una vergüenza?.... El tren de vida de Lazar llamó no sólo la atención de los espías americanos y británicos que le vigilaban, sino los recelos y envidias dentro de la propia Embajada alemana. Paul Winzer, el fiel representante de la Gestapo, no se fiaba de él, y los agentes de las SS le denunciaron varias veces. Lazar era un apasionado de las antigüedades, y su casa, un palacete alquilado a los Hohenlohe en el número 43 de la avenida del Generalísimo, era un auténtico museo. Su dormitorio, que pocas personas llegaron a ver, era una fiel muestra del carácter de este personaje tan excéntrico como influyente. La habitación simulaba una capilla decorada con dos hileras formadas por 12 tallas de santos y un altar, junto al que descansaban el turco y la rumana. ¿Qué sentiría el matrimonio Lazar en ese ambiente tan religioso y espiritual?, ¿qué extravagantes inclinaciones tenía este judío al servicio de Hitler?, se preguntaba el embajador inglés Samuel Hoare cuando sus agentes le describieron los extraños aposentos del artífice de la propaganda nazi en España. La explicación más favorable al jefe de prensa de la Embajada alemana es la que supondría una pasión desmedida por el arte. Tenía un negocio de antigüedades con la mujer de Horcher, el dueño del restaurante alemán que también estaba al servicio del espionaje nazi, y, en opinión de Spitzy, llegó a gobernar el mercado de arte de Madrid. El país acababa de salir de una guerra civil, había penurias, y muchas familias se desprendían de sus recuerdos y objetos de valor para poder comer. "Conozco las mejores mesas y cómodas de Madrid", decía con orgullo... La sede del gabinete de prensa y propaganda que dirigía el elegante hombre del monóculo estaba en un edificio separado de la sede de la Embajada alemana. Lazar vivía en un anexo del palacete, y en una esquina de la finca estaba la casita de su chófer. Aquél era su feudo y su dominio inexpugnable. Un privilegiado espacio en el centro de la ciudad en el que se cocinaba la política informativa que favorecía a Hitler y dirigía desde Berlín el siniestro Joseph Goebbels. Wiebke Obermuller era la jefa del boletín informativo de la Embajada y una de las 15 personas, todas alemanas, que integraban su equipo en Madrid. En los consulados repartidos por todo el país tenía docenas de colaboradores. El boletín, en el que se recogían las noticias más importantes y el parte diario de los combates, se distribuía a los diplomáticos y jefes de las empresas de Sofindus. Una copia traducida al español se enviaba a la agencia Efe. Aparecía tres veces por semana y la tirada oscilaba entre 45.000 y 60.000 ejemplares. Además, la Embajada financiaba y editaba numerosas revistas camufladas cuyo objetivo era ensalzar las virtudes del nazismo. Desde la revista juvenil Heroísmo y Aventura, que relataba las batallas del ejército alemán, hasta la publicación satírica Colección de los 7, que todas las semanas se buzoneaba por peluquerías y farmacias; de esta última se llegaron a tirar 300.000 ejemplares. Obermuller, la jefa del boletín, recuerda bien a Lazar: "Era un personaje exótico y diferente. En la sección teníamos un periodista medio judío, algo que no se toleraba en ningún sitio. Él era el único que empleaba a gente así. Pero al mismo tiempo había varios nazis como Arthur Dietrich, que era un mandamás, y un tal Lei. Yo me enfadaba porque teníamos que mandar traducidas noticias muy feas, matanzas de mujeres y niños. '¿Por qué mandamos estas noticias tan espantosas?', les decía a mis compañeros. Creía que me iban a devolver a Alemania", recuerda hoy ésta en su casa de Lübek. Con sus empleados, Lazar era un hombre arisco y distante. "Con nosotros era casi indiferente. Una vez subió a mi oficina para escuchar un parte de radio y pude apreciar que usaba polvos para que su piel pareciera más blanca. En la oficina todos especulaban sobre su origen. Unos decían que era hijo de un ujier de la Embajada alemana en Turquía, otros que de Croacia o de los Balcanes. Nadie sabía nada sobre él. Convocaba a los periodistas alemanes acreditados en Madrid una vez por semana y les daba partes e instrucciones. No me extraña que manejara fondos para comprar a periodistas españoles. Era muy poderoso y sabía todo lo que pasaba en Madrid", recuerda esta mujer. Uno de los más convocados por Lazar y a la vez vigilado por los espías aliados era Walter Bastian, que ocultaba su actividad bajo el disfraz de periodista. Bastian era director de la agencia de prensa Transocean y desarrolló un importante papel para difundir la propaganda nazi. Los corresponsales españoles en Berlín de La Vanguardia, Madrid, Informaciones y Abc transmitían sus crónicas a través de esta agencia, y de esta forma la Embajada alemana conocía de antemano sus contenidos. Además, 50 periódicos españoles recibían las llamadas Cartas berlinesas, unas crónicas que salían de las plumas de los adláteres del judío, el maestro de la manipulación. Algunos alemanes residentes en España estaban en desacuerdo con el tono y contenido de la propaganda que se transmitía desde el departamento de prensa de la Embajada que dirigía Lazar o la que proyectaban los consulados generales, pero la amenaza del aparato policial que dirigía el peligroso Winzer les aconsejaba callar. Cualquier sospechoso de no apoyar las ideas de Hitler era secuestrado y trasladado a Alemania para ser conducido ante un tribunal... El restaurante más frecuentado por Lazar y Spitzy era Horcher, uno de los más reputados y caros de la ciudad. Sus salones acogían a lo más granado de la colonia nazi y en sus fogones se cocinaba algo más que platos alemanes. Herr Horcher, su dueño, había dejado Berlín a causa de la guerra y había trasladado su negocio a Madrid. Su local berlinés era el favorito de Albert Speer, el arquitecto y ministro de Armamento de Hitler, y sus salones reservados estaban siempre ocupados por los jerarcas nazis. Horcher era amigo íntimo de Walter Schellenberg, el responsable del espionaje de la SD en el extranjero, el hombre para el que trabajaba Spitzy, y su elegante local madrileño se había abierto en 1943 con dinero facilitado por el AMT VI, RSHA; es decir, con fondos proporcionados por el servicio secreto de Schellenberg. Los agentes norteamericanos y británicos vigilaban el restaurante y hacían largas guardias en el exterior para identificar a los sospechosos de colaborar con el régimen nazi. De puertas para adentro, nadie salvo los comensales, y a veces el propio Horcher, conocían la valiosa información que iba y venía en los inaccesibles reservados de aquel distinguido restaurante. En realidad, el negocio no era más que una fachada del Gobierno nazi para mover fondos destinado a labores de espionaje, según redactaron en sus primeros informes los espías americanos desde sus despachos en la Embajada. Herr Horcher mantenía relaciones con varios espías nazis destacados en Madrid, y en especial con los de la Abwehr y las SS. El agente Walther Eugen Mosing, comandante de las SS camuflado en la empresa Pieles, SA, participó en el montaje que se escondía detrás del restaurante madrileño, y se responsabilizó de algunas compras, movimiento de dinero y cambios en el mercado negro. El local era también centro de reunión de falangistas y del movimiento Legión Alemana, que prestaba apoyo a los que deseaban huir a Suramérica y que estaba ligado a un enigmático plan denominado "La Araña" para conducir hasta refugios seguros a los agentes en apuros. El interés de los Aliados por espiar a Lazar era grande, ya que sus campañas de propaganda nazis resultaban muy efectivas. Hoare, el embajador inglés y ex secretario de Estado para la India, calificaba al turco como un ser "repulsivo", pero reconocía su enorme poder de influencia. "Desde la Embajada alemana, donde tenía más autoridad que el propio embajador, dirigía no solo el curso general de la prensa española, sino incluso el lenguaje mismo, al manipular las palabras en los artículos y en las noticias... Los ciudadanos españoles no tenían acceso a ninguna información que no hubiera sido sometida a la siniestra aprobación de Lazar. Por una taimada mezcla de dictadura brutal y descarada corrupción coronada por el éxito lograba que los diarios españoles fueran mucho más venenosos que los que se publicaban en Alemania", escribió el embajador y primer vizconde de Templewood en sus memorias. Mientras Reinhard Spitzy peregrinaba por las casas parroquiales y monasterios de Cantabria protegido por la Iglesia, en los edificios de la Embajada alemana, en el número 4 de la avenida del Generalísimo y en el 3 de la calle Hermanos Bécquer de Madrid, residencia del embajador, su amigo Hans Lazar se afanaba en el saqueo de cuadros, plata, oro y objetos valiosos. Su pasión por las obras de arte y la nula vigilancia de la policía española, que le dejaba entrar y salir a su antojo en la legación diplomática, facilitaron la rapiña. Alemania se había rendido el 8 de mayo de 1945. A las pocas horas de anunciarse el final de la guerra, los funcionarios de la Embajada entregaron el edificio al Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Gobernación, pero hasta la firma del Acta de Rendición, rubricada el 5 de junio, la Embajada alemana y el resto de sus dependencias oficiales en España no cayeron en manos de los Aliados. Durante esas cuatro semanas, la residencia diplomática fue objeto de una precipitada limpia en la que se destruyeron centenares de documentos comprometedores y se vaciaron archivos y cajas de caudales. El horno funcionó sin cesar, y sólo una avería facilitó que quedaran pruebas de la evidente ayuda de la que el III Reich había gozado durante el régimen de Franco. Lazar no se planteó la fuga porque estaba convencido de que el Gobierno del general Franco le protegería hasta el final. En noviembre de 1943 había recibido la cruz de segunda clase al Mérito Militar con distintivo blanco por sus "servicios prestados en la guerra de liberación", en la que había ejercido como corresponsal de guerra. En el pecho de otros 10 periodistas alemanes se había colgado idéntica distinción. El jefe de propaganda nazi en España alegó que su residencia estaba en el edificio destinado al departamento de prensa para moverse libremente en los inmuebles de la Embajada de un país vencido y derrotado, y que, por otra parte, tenía mucho que ocultar. El 5 de junio, cuando los funcionarios británicos y norteamericanos entraron en el número 3 de la calle Hermanos Bécquer se encontraron un edificio vacío. Las paredes estaban desnudas; los despachos del embajador y sus colaboradores carecían de muebles, armarios, mesas de escritorio o material de oficina. Los archivos y cajas de seguridad estaban abiertos y medio vacíos. No había lámparas en el techo, e incluso faltaban algunos elegantes marcos de mármol de varias chimeneas. Alguien había organizado una enorme mudanza en los edificios oficiales alemanes, incluido el palacete en el que Lazar tenía su cuartel general, sin que los agentes del Ministerio de la Gobernación que los custodiaban dijeran ni una sola palabra. ¿Los vigilantes estaban ciegos? ¿Qué había ocurrido? La indignación de los Aliados era comprensible... El 25 de junio, la Embajada de EE UU envió su primera nota a Exteriores. Describía el estado en el que habían encontrado la Embajada alemana y se señalaba que la imprenta de la legación diplomática había sido saqueada "hasta el extremo de llevarse los aparatos de luz y la fontanería exterior". El edificio debe ser cerrado inmediata y eficazmente", reclamaban los Aliados. Cuando los vencedores tomaron la Embajada y vieron que no quedaba ni una sola obra de arte, que la plata y el oro se habían esfumado, el jefe de prensa nazi se convirtió en el principal sospechoso del saqueo. Y despertó la ira de los británicos y de los americanos, a los que no se les escapaba que Lazar era un protegido más del franquismo, al que había servido desde que llegó a Madrid, en julio de 1938, bajo la cobertura de un pasaporte diplomático. Cuando los Aliados le incluyeron en la misma lista negra que a Spitzy para ser repatriado a Alemania y el Gobierno español dictó una orden de detención, volvió a sorprender a todos con su arrogancia y astucia: simuló un ataque de apendicitis y fue internado en la madrileña clínica Ruber bajo el atento control de los Aliados. El consejero de prensa pretendía ganar tiempo a toda costa para reclamar la ayuda de Franco... El hombre de Goebbels en Madrid pasaba así factura por el apoyo que había prestado a Franco y reclamaba la "hospitalidad española". El Gobierno y la Iglesia, donde tenía numerosos contactos, le habían aconsejado aguantar y le habían prometido que no sería entregado.
http://www.elpais.com/articulo/reportajes/espias/nazis/salvo/Franco/
elpepusocdmg/20030126elpdmgrep_9/Tes
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“La colaboración de España con el nazismo sigue siendo un tabú”
El gran pecado de Franco

“Este paso es muy importante para nosotros. No por las condenas que se pudieran dictar, porque se trata de personas de edad muy avanzada, sino porque en España este hecho todavía se contempla de un modo deformado”, dice a DW-WORLD Julio del Olmo, representante en Valladolid de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, uno de los colectivos que apoyan la iniciativa de Nizkor.

“Aquí se cree que unos hermanos empezaron a pelearse entre ellos hasta que las fuerzas nacionales y religiosas vinieron a poner paz entre los españolitos, siempre dispuestos a matarse los unos a los otros, y no se tiene en cuenta la existencia de un genocidio sistemático con todas sus fases, de deportación, internamiento, etc.”, se queja del Olmo.

Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Stalingrado, 1942.Y es que, si tras el “pacto” de la Transición España ha tenido dificultades a la hora de enfrentarse a su pasado dictatorial, lo que se llamó “el gran pecado de Franco”, el apoyo del régimen del “generalísimo” a Hitler, es aún, según Dionis, “un tabú”. “En España no debería haber ningún problema con este tema, pero no se trata básicamente porque hubo una participación directa del país en el nacionalsocialismo.”

“Por ejemplo”, continúa Dionis, “el Ministerio de Defensa español está financiando el retorno de cadáveres del frente del este, de [militares españoles] que participaron en las 'Totenkopf' [SS] sobre todo en batallas como la de Stalingrado, desde hace unos ocho años de forma no secreta, pero tampoco oficial. Todavía hay mucha gente en España que no quiere oír hablar de estos temas. Los hijos de los responsables, algunos incluso en cargos públicos, no quieren que se traten públicamente. Y no porque exista un peligro para el Estado democrático… en realidad, no hay para ello ninguna explicación racional.”
http://www.foroporlamemoria.info/noticia.php?id_noticia=4395

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